viernes, 31 de mayo de 2013

LA VISITACIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

Que es La Visitación?
Luego que María Santísima oyó del ángel Gabriel que su prima Isabel también esperaba un hijo, sintióse iluminada por el Espíritu Santo y comprendió que debería ir a visitar a aquella familia y ayudarles y llevarles las gracias y bendiciones del Hijo de Dios que se había encarnado en Ella. San Ambrosio anota que fue María la que se adelantó a saludar a Isabel puesto que es la Virgen María la que siempre se adelanta a dar demostraciones de cariño a quienes ama.

Por medio de la visita de María llevó Jesús a aquel hogar muchos favores y gracias: el Espíritu Santo a Isabel, la alegría a Juan, el don de Profecía, etc, los cuales constituyen los primeros favores que nosotros conocemos que haya hecho en la tierra el Hijo de Dios encarnado. San Bernardo señala aquí que desde entonces María quedó constituida como un "Canal inmenso" por medio del cual la bondad de Dios envía hacia nosotros las cantidades más admirables de gracias, favores y bendiciones.

Además, nuestra Madre María recibió el mensaje más importante que Dios ha enviado a la tierra: el de la Encarnación del Redentor en el mundo, y en seguida se fue a prestar servicios humildes a su prima Isabel. No fue como reina y señora sino como sierva humilde y fraterna, siempre dispuesta a atender a todos que la necesitan.

Este fue el primero de los numerosos viajes de María a ayudar a los demás. Hasta el final de la vida en el mundo, Ella estará siempre viajando para prestar auxilios a quienes lo estén necesitando. También fue la primera marcha misionera de María, ya que ella fue a llevar a Jesús a que bendijera a otros, obra de amor que sigue realizando a cada día y cada hora. Finalmente, Jesús empleó a su Madre para santificar a Juan Bautista y ahora ella sigue siendo el medio por el cual Jesús nos santifica a cada uno de nosotros que somos también hijos de su Santa Madre.


Fiesta: 31 de mayo
Texto Bíblico de la Visitación
“Por aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea. Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y cuando Isabel oyó el saludo de María, el niño saltó en su seno. Entonces Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó a grandes voces: «¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! Pero ¿cómo es posible que la madre de mi Señor venga a visitarme? Porque en cuanto oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. ¡Dichosa tú que has creído! Porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá». Entonces María dijo:«Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humildad de su sierva. Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí cosas grandes el Poderoso. Su nombre es santo, y su misericordia es eterna con aquellos que le honran. Actuó con la fuerza de su brazo y dispersó a los de corazón soberbio. Derribó de sus tronos a los poderosos y engrandeció a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y a los ricos despidió sin nada. Tomó de la mano a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros antepasados, en favor de Abrahán y de sus descendientes para siempre». María estuvo con Isabel unos tres meses; después regresó a su casa”.
Lucas 1, 39-56
Quien era Isabel?

( “Dios promete” – Éxodo 6:23).
Esposa de Zacarías y madre de San Juan el Bautista, fue “de las hijas de Aarón” (Lucas 1:5), y, al mismo tiempo, pariente de María (Lucas 1:36), aunque su relación fue y es desconocida. San Hipólito (en Niceph. Call., Hist. Eccles., II, iii) explican que Sobe y Ana, sus madres fueron hermanas, y que Sobe era casada con “un hijo de Levi”. Si esta indicación, probablemente extraída de algún escrito apócrifo, y luego adoptado por los compiladores del Menologium Griego, es correcta, no puede ser comprobada. Isabel, como Zacarías, fueron “justos ante Dios, siguiendo todos los mandatos y justificaciones del Señor sin falta” (Lucas 1:6). Ella era infértil, sin embargo, por las bendiciones a su maternidad, a una edad avanzada, un hijo le fue prometido por el Ángel Gabriel (Lucas 1:8-20). Cuando, cinco meses después, Isabel recibió la visita de la Virgen María, no solo fue su hijo santificado en su vientre, ella misma fue iluminada desde lo alto para saludar a su pariente como “madre de mi Señor” (Lucas 1:43). Según algunos críticos modernos, podemos atribuirle a ella el cántico del “Magnifica”. Luego del nacimiento y circuncisión de Juan el Bautista, los Evangelios ya no mencionan más a Isabel. Su fiesta es celebrada el 8 de Septiembre en Grecia, y el 5 de Noviembre en la Iglesia Latina.

El Magnificat
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí. Su nombre es Santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo, dispersa a los soberbios de corazón. Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos despide vacíos.
Auxilia a Israel su siervo, acordándose de su santa alianza según lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en principio ahora y siempre por los siglos de los siglos.
Amen.

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