OFRECIMIENTO PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Dios mío! Yo creo, adoro,
espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y
no os aman.
¡Oh
santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo! Yo os adoro profundamente y
os ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Nuestro Señor
Jesucristo, presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación de los
ultrajes con que El es ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo
Corazón e intercesión del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de
los pecadores.
ORACIÓN PREPARATORIA
Oh santísima Virgen María, Reina
del Rosario y Madre de misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la
ternura de vuestro Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de
paz. Confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos a las bondades de
vuestro amantísimo Corazón, venimos a vuestras plantas para rendiros el tributo
de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para
cumplir fielmente vuestro mensaje de amor, y la que os pedimos en esta Novena,
si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras
almas. Así sea.
Rezar la oración del día correspondiente: 1 - 2 - 3 - 4 - 5 - 6 - 7 - 8 - 9
¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su
vida, muerte y resurrección, nos mereció el premio de la salvación eterna! Os
suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del santísimo rosario de
la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y
alcancemos el premio que prometen. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.
DÍA PRIMERO
Penitencia y reparación
Comenzar con el ofrecimiento y la oración preparatoria.
ORACIÓN DE ESTE DÍA
¡Oh santísima Virgen María, Madre de los pobres pecadores!, que apareciendo en
Fátima, dejaste transparentar en vuestro rostro celestial una leve sombra de
tristeza para indicar el dolor que os causan los pecados de los hombres y que
con maternal compasión exhortaste a no afligir más a vuestro Hijo con la culpa
y a reparar los pecados con la mortificación y la penitencia. Dadnos la gracia
de un sincero dolor de los pecados cometidos y la resolución generosa de
reparar con obras de penitencia y mortificación todas las ofensas que se
infieren a vuestro Divino Hijo y a vuestro Corazón Inmaculado.
Meditar y rezar la oración final.
DÍA SEGUNDO
Santidad de vida
Comenzar con el ofrecimiento y la oración preparatoria.
ORACIÓN DE ESTE DÍA
¡Oh santísima Virgen María, Madre de la divina gracia, que vestida de nívea
blancura te apareciste a unos pastorcitos sencillos e inocentes, enseñándonos
así cuánto debemos amar y procurar la inocencia del alma, y que pediste por
medio de ellos la enmienda de las costumbres y la santidad de una vida
cristiana perfecta. Concédenos misericordiosamente la gracia de saber apreciar
la dignidad de nuestra condición de cristianos y de llevar una vida en todo
conforme a las promesas bautismales.
Meditar y rezar la oración final.
DÍA TERCERO
Amor a la oración
Comenzar con el ofrecimiento y
la oración
preparatoria.
ORACIÓN DE ESTE DÍA
¡Oh santísima Virgen María, vaso insigne de devoción!, que te apareciste en
Fátima teniendo pendiente de vuestras manos el santo Rosario, y que
insistentemente repetías: «Orad, orad mucho», para alejar por medio de la
oración los males que nos amenazan. Concédenos el don y el espíritu de oración,
la gracia de ser fieles en el cumplimiento del gran precepto de orar, haciéndolo
todos los días, para así poder observar bien los santos mandamientos, vencer
las tentaciones y llegar al conocimiento y amor de Jesucristo en esta vida y a
la unión feliz con Él en la otra.
Meditar y rezar la oración final.
DÍA CUARTO
Amor a la Iglesia
Comenzar con el ofrecimiento y
la oración
preparatoria.
ORACIÓN DE ESTE DÍA
¡Oh santísima Virgen María, Reina de la Iglesia!, que exhortaste a los
pastorcitos de Fátima a rogar por el Papa, e infundiste en sus almas sencillas
una gran veneración y amor hacia él, como Vicario de vuestro Hijo y su
representante en la tierra. Infunde también a nosotros el espíritu de
veneración y docilidad hacia la autoridad del Romano Pontífice, de adhesión
inquebrantable a sus enseñanzas, y en él y con él un gran amor y respeto a
todos los ministros de la santa Iglesia, por medio de los cuales participamos
la vida de la gracia en los sacramentos.
Meditar y rezar la oración final.
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DÍA QUINTO
María, salud de los enfermos
Comenzar con el ofrecimiento y
la oración
preparatoria.
ORACIÓN DE ESTE DÍA
¡Oh santísima Virgen María, salud de los enfermos y consoladora de los
afligidos!, que movida por el ruego de los pastorcitos, obraste ya curaciones
en vuestras apariciones en Fátima, y habéis convertido este lugar, santificado
por vuestra presencia, en oficina de vuestras misericordias maternales en favor
de todos los afligidos. A vuestro Corazón maternal acudimos llenos de filial
confianza, mostrando las enfermedades de nuestras almas y las aflicciones y
dolencias todas de nuestra vida. Echad sobre ellas una mirada de compasión y
remediadlas con la ternura de vuestras manos, para que así podamos serviros y
amaros con todo nuestro corazón y con todo nuestro ser.
Meditar y rezar la oración final.
DÍA SEXTO
María, refugio de los pecadores
Comenzar con el ofrecimiento y
la oración
preparatoria.
ORACIÓN DE ESTE DÍA
¡Oh santísima Virgen María, refugio de los pecadores!, que enseñaste a los
pastorcitos de Fátima a rogar incesantemente al Señor para que esos
desgraciados no caigan en las penas eternas del infierno, y que manifestaste a
uno de los tres que los pecados de la carne son los que más almas arrastran a
aquellas terribles llamas. Infundid en nuestras almas un gran horror al pecado
y el temor santo de la justicia divina, y al mismo tiempo despertad en ellas la
compasión por la suerte de los pobres pecadores y un santo celo para trabajar
con nuestras oraciones, ejemplos y palabras por su conversión.
Meditar y rezar la oración final.
DÍA SÉPTIMO
María, alivio de las almas del purgatorio
Comenzar con el ofrecimiento y
la oración
preparatoria.
ORACIÓN DE ESTE DÍA
¡Oh santísima Virgen María, Reina del purgatorio!, que enseñaste a los pastorcitos
de Fátima a rogar a Dios por las almas del purgatorio, especialmente por las
más abandonadas. Encomendamos a la inagotable ternura de vuestro maternal
Corazón todas las almas que padecen en aquel lugar de purificación, en
particular las de todos nuestros allegados y familiares y las más abandonadas y
necesitadas; alíviales sus penas y llévalas pronto a la región de la luz y de
la paz, para cantar allí perpetuamente vuestras misericordias.
Meditar y rezar la oración final.
DÍA OCTAVO
María, Reina del Rosario
Comenzar con el ofrecimiento y
la oración
preparatoria.
ORACIÓN DE ESTE DÍA
¡Oh santísima Virgen María!, que en vuestra última aparición te diste a conocer
como la Reina del Santísimo Rosario, y en todas ellas recomendaste el rezo de
esta devoción como el remedio más seguro y eficaz para todos los males y
calamidades que nos afligen, tanto del alma como del cuerpo, así públicas como
privadas. Infundid en nuestras almas una profunda estima de los misterios de
nuestra Redención que se conmemoran en el rezo del Rosario, para así vivir
siempre de sus frutos. Concédenos la gracia de ser siempre fieles a la práctica
de rezarlo diariamente para honraros a Vos, acompañando vuestros gozos, dolores
y glorias, y así merecer vuestra maternal protección y asistencia en todos los
momentos de la vida, pero especialmente en la hora de la muerte.
Meditar y rezar la oración final.
DÍA NOVENO
El Inmaculado Corazón de María
Comenzar con el ofrecimiento y
la oración
preparatoria.
ORACIÓN DE ESTE DÍA
¡Oh santísima Virgen María, Madre nuestra dulcísima!, que escogiste a los
pastorcitos de Fátima para mostrar al mundo las ternuras de vuestro Corazón
misericordioso, y les propusiste la devoción al mismo como el medio con el cual
Dios quiere dar la paz al mundo, como el camino para llevar las almas a Dios, y
como una prenda suprema de salvación. Haced, ¡oh Corazón de la más tierna de
las madres!, que sepamos comprender vuestro mensaje de amor y de misericordia,
que lo abracemos con filial adhesión y que lo practiquemos siempre con fervor;
y así sea vuestro Corazón nuestro refugio, nuestro consuelo y el camino que nos
conduzca al amor y a la unión con vuestro Hijo Jesús.
Meditar
y rezar la oración final.
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