Breve historia de la Advocación
"Nuestra Señora de la Salud"
La Virgen María ha sido invocada como
protectora de la Salud desde los primeros siglos.
San Sabas, en el año 530 narra que: En el
Oriente, la Virgen era llamada "Auxiliadora de los enfermos" porque
junto a ella se obraban muchas curaciones. Pero fue a partir del Siglo XIV y
hasta el siglo XVII, cuando terribles pestes se esparcieron por toda Europa y
Asia provocando la muerte de gran parte de la población, que muchos pueblos se
encomendaron a la protección de la Virgen María pídiendo por su intercesión a
Dios, que librara de tan temible azote. Al ser atendidas sus súplicas, y verse
librados de la peste, en distintos lugares se erigieron en señal de
agradecimiento, Grutas y Templos en Honor a la Virgen, dándole a María los
títulos de Virgen de la Salud, Santa María de la Salud y Nuestra Señora de la
Salud.
En los más diversos rincones del mundo, hoy
María es invocada con este título. En algunos lugares la representan coronada
de estrellas, con un cetro en la mano y vestimenta bordada en oro; en otros
rodeados de ángeles, parada sobre nubes; en otros simple y sencilla con un
manto cubriéndole la cabeza y las manos cruzadas sobre el pecho; en otros con
la cabeza descubierta y los brazos extendidos sosteniendo al Niños Jesús. De
distintas maneras, en distintos idiomas, con distintos nombres, pero siempre la
misma Virgen María, atenta como en las Bodas de Caná a las necesidades de sus
hijos y dispuesta a pedir por nosotros una vez más a su Hijo Jesucristo. Miles
de católicos dispersos por el mundo acudimos día a día a ella, implorándole de
corazón: ¡Corazón de la Salud, ruega por nosotros!.
Desde el siglo XVI hasta nuestros días, y
con progresivo entusiasmo, los católicos de la India viene invocando a la que
ellos denominan "Vailankánni Arókia Matha"; denominación que,
traducida, significa "Madre de la Salud Vailankanni".
Todo comenzó,
como en tantas otras
ocasiones, con la sencillez ingenua de dos pastorcitos que decían haber visto a
la Madre de Jesús. El primer pastorcito contaba a los vecinos de la aldea cómo
una hermosa Señora, con un Niño en los brazos, le había pedido un poco de agua
fresca de la que él llevaba en un cántaro y cómo, al llegar a su casa, se había
llevado la gran sorpresa de ver que el agua se había transformado en jugosa
leche fresca... El otro niño pastor había sido curado milagrosamente por esa
misma Señora así lo afirmaba él, y la Señora le había pedido que para
agradecerle la recuperación de la salud, consiguiera levantar una capilla en
aquel lugar adonde las gentes acudirían y Ella les mostraría de continuo su
maternal benevolencia. Un señor rico de Nagapathnam, con la ayuda de todo el
vecindario, había respondido puntualmente a la reiterada petición del niño
pastor y la capilla alzaba al poco sus muros en la cima del altozano. Al pie de
la montaña de la Virgen, como comenzaba ya a designar las buenas gentes de
aquel lugar, la ancha bahía del mar de Bengala, escenario de los afanes de los
pobres pescadores de la aldea de Vailankánni y sorpresa, admirable por su
belleza, para las carabelas lusas que lo surcaban con impulsos de
descubrimientos, ideales de evangelización y avaricias incontenibles de oro,
rubíes y especias...
Y ocurrió lo que tenía que ocurrir. Una
mala noche las aguas del mar de Bengala se encresparon porque los monzones
estaban a punto de irrumpir con sus diluvios y los navegantes portugueses,
aunque avezados a las muchas tormentas, vieron en peligro sus vidas. Una
resplandeciente luz, en la altura de un altozano vecino, les infundía
esperanza, sin que supieran a ciencia cierta el porqué de ese sentimiento de
esperanza y, sobre todo, el porqué de aquella insólita claridad... Uno de los
marineros recordó de repente que, en una travesía anterior, había divisado los
muros de una capilla y toda la tripulación, sin más argumentos, se puso acto
seguido a invocar la protección de Nuestra Señora.
Por lo que en consideración de este favor
que devolvía a la vida desde una inminente muerte a unos marineros. Y en
atención a los otros dos anteriores del agua convertida en leche fresca y del
pastorcito curado de sus enfermedades, las gentes del lugar comenzaron a
invocar a la Virgen de la ermita como "Santa María, Madre de la
Salud".
De aquella primitiva construcción nada
queda al presente, salvo que la curiosidad de los arqueólogos se concentre
algún día en forzar excavaciones de viejas cimentaciones. La piedad de los
católicos de la India construyó un templo mayor y luego otro aún más espacioso,
éste superpuesto al primero. Los arquitectos quisieron imitar un tanto al
Santuario de Lourdes, y trazaron una amplia escalinata de dos brazos, erigieron
las catorce cruces del Viacrucis, hicieron saltar el agua de unas rocas
vecinas... Juan XXIII, a instancias del episcopado indio, elevó el templo a la
categoría de basílica menor y todos comenzaron a calificar al santuario de la
"Madre de la Salud de Vailankanni" como "el Lourdes de la
India".
La festividad de la "Madre de la
Salud" se celebra el 8 de septiembre de cada año. Más de 1,000,000 de
peregrinos se concentra en la jornada para honrar la natividad de Nuestra
Señora. Llegan al Estado de Támil Nádu, a la diócesis de Thanjavur y a esta
aldea de 5,000 habitantes, desde todas partes del inmenso país. Llegan los que
son y se profesan católicos, indios lógicamente; pero llegan también y esto es
novedoso miles y miles que se confiesan musulmanes, hindúes, jainistas, shiks,
parsis. Las concentraciones masivas no se hacen solo el día 8 de septiembre.
Durante todo el año y particularmente en Pascua, en mayo, en agosto..., las
multitudes se apiñan en el santuario. La Iglesia de India, que cuenta con
muchos otros templos dedicados a la Virgen, no ha procedido por el momento, al
menos a declarar al de la "Madre de la Salud" como el Santuario Mariano
nacional, pero pocas dudas caben de que éste de la aldea de Vailankanni sea el
principal y tal vez el más antiguo de todos los santuarios marianos de la
India, seguido muy de cerca también es verdad por el de la "Virgen de las
Gracias", en Sardana, diócesis de Meerut en el Norte del país, y por el de
la "Virgen del Monte", en Bandra, archidiócesis de Bombay.
Resultaba lógico que el Santuario de la
"Madre de la Salud" expresara el amor maternal de Nuestra Señora en
instituciones de asistencia y de beneficencia para los más desvalidos: los
niños y los ancianos. Y así se ha hecho, en efecto. A la sombra del Santuario
se han construido dos orfanatos. Uno para niños, y otro para niñas.
Funcionan también aquí mismo un asilo para
ancianos y ancianas y un dispensario para urgencias que no cierra sus puertas
ni de día ni de noche por la extraordinaria afluencia de peregrinos que de día
y de noche suben hasta la colina.
Los orfanatos del Santuario, como los otros
800 que la Iglesia tiene en India para bien de los niños huérfanos y
abandonados, están financiados, al menos parcialmente por la obra de la
Infancia Misionera.
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