miércoles, 3 de julio de 2013

NUESTRA SEÑORA DE LOS TREINTA Y TRES



Patrona de Uruguay

Su festividad se celebra el segundo domingo de noviembre.


En Florida, Uruguay, se venera la imagen de la Virgen de los Treinta y Tres.

"La noble tierra de los uruguayos, hermosa por el verdor de sus praderas y por sus cuchillas suavemente onduladas, se ufana de ser antigua sede de piedad mariana, la que, así como sugiere a los cristianos sentimientos religiosos, de la misma manera lleva con facilidad a todos los ciudadanos al recuerdo de la libertad conquistada y a los comienzos de la Patria naciente."

Con estas palabras comienza el Papa Juan XXIII la bula con la que declara patrona principal de Uruguay a la Virgen de los Treinta y Tres. Un poco más adelante, después de hablar del origen de esta devoción continua diciendo:"Finalmente en nuestros días -lo que nos causa gran alegría- todo el pueblo de la República venera con amor ardiente a la misma Virgen, la cual, si de veras ocupa el centro del templo, con razón mayor se debe afirmar que vive en los ánimos y en las mentes de todos."

Esta pequeña imagen de la Virgen, tan querida por todos los uruguayos, mide tan solo treinta y seis centímetros de

alto. Está tallada en madera de cedro y procede, según la tradición, de las misiones de los padres Jesuitas. La sagrada imagen fue colocada en la iglesia de Florida Blanca e inmediatamente sus habitantes le rindieron un culto filial. 

El nombre de la Virgen podría parecer un poco extraño a quien no conoce su historia. El título de "los Treinta y Tres" no es que tenga mucha relación con la Sma. Virgen. Además, teniendo en cuenta que esta imagen está dedicada a la Inmaculada Concepción, el nombre de "los Treinta y Tres" parece aún más extraño. Alguno podría pensar que quizás se debe a los treinta y tres años de la vida de Cristo sobre la tierra. Podría ser una buena explicación, pero no es así. El origen del nombre es muy sencillo y, como veremos, sí tiene mucha relación con la Virgen.

Sucede que a inicios del siglo XIX los pueblos latinoamericanos estaban luchando por su independencia. Y en Uruguay ocurría lo mismo. Era el año de 1825. La lucha por la libertad estaba encabezada por un valeroso grupo de patriotas; todos ellos, al igual que su pueblo, católicos y devotos fervorosos de la Virgen María. 

Como es natural, al iniciar la arriesgada campaña para alcanzar la libertad de la Patria, quisieron poner el éxito de su empresa en manos de María. Así que los caudillos acudieron a la parroquia, participaron en la santa misa y, al terminar, inclinaron su bandera tricolor delante de la imagen de la Sma. Virgen pidiéndole su bendición. 

El número de los caudillos era precisamente treinta y tres, y desde entonces el pueblo uruguayo ha designado con el nombre de "Virgen de los Treinta y Tres" a la pequeña imagen de la Iglesia parroquial de Florida. Como pueden ver el nombre sí tiene que ver con la Virgen. Ese nombre nos recuerda la profunda devoción de los treinta y tres héroes uruguayos hacia nuestra madre María, y nos recuerda también la protección materna de María hacia sus hijos. "Así, a la Virgen de los Treinta y Tres está unido el hilo conductor de las diversas etapas históricas y culturales del noble pueblo uruguayo que lleva en lo más profundo de su alma el amor a María". 

El Papa Juan Pablo II acudió como peregrino a este santuario mariano y en su ángelus del 28 de junio de 1992 nos compartió su experiencia de ese lugar: "Recuerdo con emoción mi visita a Nuestra Señora de los Treinta y Tres, el 8 de mayo de 1988, durante el viaje apostólico a aquella querida Nación: contemplando la santa imagen rece por América Latina, pues -como había subrayado aquel mismo día, al recitar el Regina Coeli- "la Virgen María, Reina de los Apóstoles, la que con su fe y ejemplo de vida, precede a los heraldos del Evangelio, nos hace sentir la hermandad de todos los pueblos que en esas tierras benditas han acogido la palabra y el bautismo de Cristo..." 

En estas palabras del Papa podemos descubrir el mensaje que la Virgen de los Treinta y Tres nos ofrece. Ella nos repite, como en las bodas de Caná: "haced lo que Él os diga", acoged las palabras de mi Hijo. No basta que nuestros pueblos latinoamericanos tengan una profunda tradición cristiana. Es necesario que cada uno de nosotros acepte ese mensaje con fe y lo viva en su vida diaria. No basta llamarnos cristianos. Estamos llamados a ser cristianos, a vivir como cristianos.





Fuente: Catholic.net

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