“Todo lo que quieras pedir, pídelo por los meritos de mi infancia y nada te será negado”.
Fiesta 20 de Julio
Una de las devociones mas hermosas y extensas de los Colombianos es la del Niño Jesús, honrado bajo el título del Divino Niño. La confianza puesta en Jesús se fundamenta en sus propias palabras:
Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Juan 14,13
La devoción al Divino Niño es providencial, es luz para un mundo que desprecia la vida humana y en que tantos niños son abortados o abandonados. ¡Cuánto glorifica a Dios que reconozcamos que El nos envió a Su único Hijo!. El se hizo un niño pequeñito, igual que nosotros en todo menos en el pecado.
Mientras el mundo apuesta por el poder de las armas y del dinero, que es la ley del más fuerte, Jesús nos enseña que el reinará por el amor cuando nos hagamos niños guiados por Su Padre Celestial. Nos pide una profunda conversión de corazón:
Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Mateo 18,3
Vemos entonces que el objetivo primario de la devoción al Divino Niño ha de ser nuestra propia transformación para ser cada vez más como Jesús, en todo hijos dóciles y obedientes al Padre. Así propiciamos su Reino.
YO REINARE
Historia de la devoción
Comienza la devoción al Divino Niño en Colombia en el año 1907, primero entre los carmelitas y después en la Comunidad Salesiana. Fueron tantos los favores concedidos que los devotos agradecidos propagaron la devoción por todas partes. Citamos el testimonio del milagro del 1915, reconocido por el obispo:
Mi hija María de 18 años venía padeciendo terribles dolores de reumatismo. Eran tan grandes los dolores que padecía y tan devastadora la inmovilidad que el reumatismo le estaba produciendo, que viéndola ya en peligro de muerte llamamos al sacerdote que la confesó y le administró el viático y la extremaunción.
No podía hacer el menor movimiento de pies o de manos sin sentir agudísimos dolores. Los medicamentos de los médicos no le producían ninguna mejoría. Uno de los mejores médicos de la ciudad venía cada día a visitarla, pero los ataques reumáticos eran cada día más fuertes y le daban unas convulsiones que la dejaban medio muerta.
El 10 de noviembre del año pasado cuando en uno de los terribles ataques creí que se moría, al ver que recobraba otra vez el habla, se me ocurrió una idea: corrí a mi habitación y me traje una imagencita del Divino Niño que nosotros veneramos con mucho cariño, y acercándome a la enferma le dije: "Hija, Nuestro Señor hizo la promesa de que si le pedimos por los méritos de su infancia, nuestra oración será escuchada. Pidámosle por los méritos de sus 12 primeros años de vida, si te conviene para la salud del alma, te conceda la salud del cuerpo. Dále un beso a la imagen del Divino Niño y la colocamos luego junto a los pies que tanto te duelen".
Ella besó amorosamente al queridísimo Niño Jesús y luego colocamos la imagen en lecho, junto a la enferma y rezamos con toda fe.
Pasada una hora, de pronto mi hija gritó entusiasmada: "Papá, papá, estoy curada". Y para demostrarme que si era verdad, movía los brazos y los pies en todas direcciones sin sentir el menor dolor (siendo que hasta hacia unos minutos al menor movimiento de un brazo o de un pie daba un grito de dolor). Estaba totalmente curada.
Pronto nos reunimos todos los familiares y emocionados dimos gracias al Milagroso Niño Jesús que hace tales maravillas. Después de once meses mi hija se encuentra muy robusta y sin el más mínimo dolor de reumatismo y recomendamos a las personas necesitadas a que en cualquier angustia, dolor o necesidad invoquen con toda confianza a l Niño Jesús que tanto goza ayudando a los necesitados. El Señor Obispo que nos honra con su amistad y que había venido varias veces a visitar a la enferma, atestigua también este milagro que los médicos no han logrado explicar.
Certificamos que esta declaración es verdadera, firmado: Heladio, Obispo de Cali.
Firmado, con inmensa gratitud al Niño Jesús: Manuel Sinisterra. Cali 1916.
El padre Juan del Rizzo y la devoción al Niño Jesús
El padre salesiano Juan del Rizzo llega a Barranquilla, Colombia, en 1914. Con gran esfuerzo se dedica a recaudar fondos para la construcción de un templo pero no tiene éxito. Fue entonces que tuvo la inspiración de pedir a Nuestro Señor por los méritos de su infancia. Desde entonces el éxito del padre fue extraordinario y se convirtió en un gran devoto del Divino Niño, dedicando su vida a la propagación de la devoción.
Después de 13 años de ministerio en Barranquilla, el padre del Rizzo fue trasladado a Medellín, donde continuó su labor exhortando a todos a confiar en Jesús por los méritos de su infancia. Al principio la devoción del padre del Rizzo se identificaba con la imagen del Niño Jesús de Praga, pero en Medellín una asociación de devotos a esa devoción se le opuso, alegando que ellos tenían la exclusiva sobre el Niño de Praga. ¡Posiciones absurdas que se dan entre los seres humanos! El padre del Rizzo buscó entonces otra forma de expresar su devoción al Niño Jesús. El sabía que los milagros no los hace la imagen sino el mismo Jesucristo que está vivo.
En 1935 el padre del Rizzo fue trasladado a Bogotá y, providencialmente, se encontró allí con una preciosa imagen del Divino Niño. Colocó el padre la imagen en unos terrenos baldíos del Barrio 20 de Julio de Bogotá. Desde allí pregonaba a todo quien escuchase los prodigios que Jesús otorga a quienes honran su santa infancia. Los milagros se multiplicaron: Curaciones, empleos, reconciliación de familias, protección de negocios.... pero sobre todo muchas conversiones.
Fuente: Corazones.org
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