En el cristianismo, una advocación mariana es una alusión mística relativa a apariciones, dones o atributos de la Virgen María. La Iglesia Católica reconoce innumerables advocaciones en torno a la figura de la madre de Jesús, a las cuales se rinde culto de diversas maneras.
Existen dos tipos de advocaciones: las de carácter místico, relativas a dones, misterios, actos sobrenaturales o fenómenos taumatúrgicos de la Virgen, como Anunciación, Asunción, Presentación, etc; y las apariciones terrenales, que en muchos casos han dado lugar a la construcción de santuarios dedicados a la Virgen, como el del Pilar (en Zaragoza, España) o la de Lourdes (en Lourdes, Francia), a la de Fátima (en Fátima, Portugal), Guadalupe en México, la Divina Pastora en (Barquisimeto, Venezuela), la Virgen de Coromoto (Guanare, Portuguesa, Venezuela), etcétera. Estas advocaciones a menudo dan lugar a múltiples patrocinios (como "virgen protectora") de pueblos, ciudades o países, o de diversas entidades o cofradías.
Las advocaciones marianas se suelen nombrar con las fórmulas “Santa María de”, “Virgen de” o “Nuestra Señora de”. Igualmente, las advocaciones suelen dar lugar en muchos casos a nombres propios femeninos, compuestos del nombre María y su advocación: María del Carmen, María de los Dolores, María de Lourdes, etc. Aunque el nombre sea diferente en cuanto al atributo relativo a la Virgen María siempre se refiere únicamente a esta, así se haga mención de varios nombres en un mismo momento, la instancia es la misma, la Virgen María.
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