Yo soy el buen
pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. El asalariado, que no es
pastor ni dueño de las ovejas, cuando ve venir al lobo, escapa abandonando las
ovejas, y el lobo las arrebata y dispersa. Como es asalariado no le importan
las ovejas.
Yo soy el buen
pastor: conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, como el Padre me conoce y
yo conozco al Padre; y doy la vida por las ovejas.
Tengo otras
ovejas que no pertenecen a este corral; a ésas tengo que guiarlas para que
escuchen mi voz y se forme un solo rebaño con un solo pastor.
Por eso me ama el
Padre, porque doy la vida, para después recobrarla. Nadie me la quita, yo la
doy voluntariamente. Tengo poder para darla y para después recobrarla. Éste es
el encargo que he recibido del Padre.
Evangelio de San
Juan 10, 14-18
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